Gracias, Papa Francisco: un homenaje a su vida y legado

El Papa Francisco, con la anterior Superiora general de Hermanas Hospitalarias, Sor Anabela Moreira G. Carneiro
El Papa Francisco, con la anterior Superiora general de Hermanas Hospitalarias, Sor Anabela Moreira G. Carneiro.

El Papa Francisco ha sido y será para la Fundación Hospitalarias un ejemplo de entrega y servicio a los demás, y una inspiración que nos lleva a seguir viviendo y defendiendo nuestros valores hospitalarios.

El Santo Padre defendió un modelo de atención humanizada, centrada en la dignidad y los derechos de las personas más vulnerables de la sociedad. Así lo expresaba en la Jornada Mundial del Enfermo del año 2023: “Por eso es tan importante que toda la Iglesia, también en lo que se refiere a la enfermedad, se confronte con el ejemplo evangélico del buen samaritano, para llegar a convertirse en un auténtico “hospital de campaña”. Su misión, sobre todo en las circunstancias históricas que atravesamos, se expresa, de hecho, en el ejercicio del cuidado. Todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar”.

Hoy, rendimos un homenaje a su vida y a su legado, que nos anima a seguir atendiendo y cuidando con hospitalidad y desde el corazón.

Un compromiso con los retos actuales de nuestro mundo

 El 13 de marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa, tras el voto de 115 cardenales. Desde sus inicios, expresó su compromiso de actualizar la Iglesia a los desafíos más apremiantes de nuestros tiempos y acercarla a quienes más lo necesitaban. Signo de ello, fue la propia elección de su nombre como pontífice, Francisco, en honor al fundador de la orden de los franciscanos, quien propugnó la pobreza y la austeridad como forma de vida.

Así, su pontificado estuvo marcado por la denuncia de la desigualdad. «Cómo me gustaría una Iglesia pobre… y para los pobres» fue una de sus primeras frases como Papa y de las más recordadas, que pronunció en su primera rueda de prensa como pontífice.

Este compromiso contra la injusticia se hizo patente en su primer viaje como Papa, cuando eligió como destino a la isla italiana de Lampedusa, puerta de entrada a Europa para muchas personas migrantes procedentes de África. Allí, conoció y saludó a varias de ellas y lanzó un potente mensaje: “Hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!”. Una denuncia que repetiría en los años sucesivos.

Recientemente, tras conocer las deportaciones de inmigrantes realizadas por el gobierno estadounidense de Donald Trump, dirigió una carta abierta a todos los obispos del país: “El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.

También, abordó el problema del cambio climático en su segunda y revolucionaria encíclica: «Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común», donde abogó por la defensa del medioambiente y la lucha contra el cambio climático. Este texto se ha convertido en un manifiesto ecologista: “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad”.

La tolerancia y el acercamiento a otras religiones fue otra de las características de su pontificado. Se acercó a otros líderes religiosos, como el patriarca ortodoxo Cirilio, con quien mantuvo la primera reunión desde el cisma de 1054. Fue el primer papa en visitar Myanmar, un país de mayoría budista. Y el primer pontífice en celebrar una misa en los Emiratos Árabes Unidos, cuna del Islam.

Denunció también las muertes de civiles en el conflicto sobre la franja de Gaza y llamó a la paz: “Eso también es terrorismo. La guerra que mata a civiles indefensos y desarmados, incluso a voluntarios de Cáritas que distribuyen ayuda humanitaria, que atormenta sin tregua a los civiles, que reduce al hambre a la población”.

Instó a una mayor aceptación en la Iglesia de las personas homosexuales, las personas divorciadas y las mujeres, invitando incluso a estudiar la posibilidad de puedan ser ordenadas como diáconos.

Y no olvidó la salud mental, uno de los problemas más extendidos en nuestra sociedad, haciendo un llamado a la oración por las personas que sufren estrés, ansiedad y depresión y se sienten abrumadas por el ritmo de la sociedad actual. También se posicionó en contra del estigma y llamó a reforzar «el sistema sanitario de atención a las enfermedades mentales, sosteniendo también a quienes se dedican a la investigación científica de esas patologías».

En resumen, el Papa Francisco no tuvo miedo a desafiar lo establecido. Así, en el marco del último Capítulo General de las Hermanas Hospitalarias, las animó “a no tener miedo, a dejarse llevar por la misma audacia que sus fundadores y fundadoras, a osar, a arriesgar por el bien de los hermanos y hermanas que Dios pone en su camino. Atrévanse, sin miedo, y déjense interpelar por las nuevas pobrezas de nuestro tiempo: ¡son muchas!”.

Seguiremos sus enseñanzas para adaptarnos a los retos sanitarios y sociales de los nuevos tiempos, y seguir promoviendo propuestas de atención que cuiden y mejoren la vida de todas las personas.

Gracias Papa Francisco. Descansa en paz.


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