Cuando tomar las riendas es más que guiar caballos

Es miércoles por la mañana, y un grupo de seis pacientes del hospital de Ospitalarioak Fundazioa Euskadi en Mondragón llegan al Centro Ecuestre Zabolain, en la ladera del monte Larragain, para participar en una sesión de equinoterapia (o terapia asistida con caballos). La actividad, que se desarrolla al aire libre con vistas privilegiadas al macizo del Udalaitz, es una de las que organiza el equipo del Servicio de Rehabilitación y Dinamización de la Fundación con personas con enfermedad mental o discapacidad intelectual.
Los participantes han sido recogidos en vehículos del propio centro ecuestre, que se encarga del traslado desde el hospital, ubicado a apenas dos kilómetros. Una vez en Zabolain, el grupo se reúne con el personal del centro, que planifica la sesión, asigna los caballos y organiza las parejas de trabajo. A partir de ahí, comienza el movimiento: sacar a los caballos al exterior, cepillarlos, desenredar sus crines y sus colas, limpiar sus cascos, preparar los arreos y ensillar, con la asistencia de un monitor o monitora del centro ecuestre por cada pareja (el centro cuenta con personal especializado en equinoterapia y en integración social). Les acompañan, además, dos monitoras de Ospitalarioak Fundazioa Euskadi.
“Las parejas van cambiando, y no siempre trabajas con tu amigo o con alguien que es de tu agrado, pero tienes que tomar decisiones conjuntas y llegar a acuerdos —explica Judy Biallosterski, propietaria del Centro Ecuestre Zabolain—. Eso también forma parte del aprendizaje, y les ayuda a establecer pautas de relación social».
No todos los caballos son iguales: como las personas, cada uno tiene su propio carácter y su propia historia, y eso influye en cómo se comportan cuando alguien se acerca a ellos o trata de conseguir que hagan algo. «En sí, todos los caballos son nobles, pero lo que más nos interesa es cómo se relacionan con las personas —explica Judy—. Algunos de los caballos que he comprado tenían detrás un pasado de maltrato, y por ello pueden ser más asustadizos con los humanos, aunque sean buenos para montar. Para estas sesiones trabajamos con caballos que aceptan bien el manejo, que tienen curiosidad, que se acercan a las personas y se dejan tocar, que no se asustan…».
Dejando atrás un pasado difícil
Pero como las personas, los caballos también pueden dejar atrás un pasado difícil y tener una nueva vida: es el caso de Ypsi. «Cuando llegó —nos cuenta Judy—, era imposible pensar que podría llegar a estar en un grupo de terapia. Pero ha ido cogiendo confianza, se ha ido adaptando, y hoy es el animal más seguro para este tipo de intervenciones. No da un paso en falso, no se asusta de nada, acepta perfectamente a las personas…».
Los caballos ya están preparados y salen a la pista. La actividad se desarrolla tanto pie a tierra como montando, con ejercicios que combinan coordinación, equilibrio, concentración y comunicación. “Cuando alguien empieza, es el caballo el que guía. Pero llega un momento en que ya es la persona la que dirige, y eso refuerza mucho su autoestima”, añade Judy.
El tiempo que pasan los pacientes limpiando y preparando el caballo es un tiempo en el que están en movimiento, haciendo ejercicio, y la posición a la que obliga la monta redunda también en un beneficio físico y motor, del equilibrio y de la coordinación.
Además de la mejora de la autoestima y del componente físico de los ejercicios, Amaia Segovia, coordinadora del Servicio de Rehabilitación y Dinamización, destaca otros beneficios de esta actividad. “El simple hecho de comprometerse a asistir cada semana ayuda a crear rutinas estables, pero también fomenta la motivación, porque es una actividad que disfrutan mucho y que se desarrolla fuera de su entorno habitual”, señala.
Las habilidades sociales son otra de las áreas que se ven reforzadas, «ya no solo porque trabajan en parejas con un objetivo común, sino porque se establece una relación cercana con el personal del centro o porque coinciden con otras personas usuarias de las instalaciones», según explica Amaia. «Durante el tiempo de preparación y el tiempo de monta tienen una exigencia de concentración y atención, ejercitan la memorización de rutinas o de procedimientos y tienen que tomar decisiones tanto de manera consensuada como individualmente, y eso es muy positivo».
Autorregulación emocional
«Un contacto tan cercano con los caballos —continúa— y el ver que la manera en que se relacionan con ellos influye mucho en cómo se comportan los animales favorece la autorregulación emocional y les proporciona una sensación de bienestar. Se preocupan por cómo están los caballos y establecen con ellos una relación muy bonita.»
La monta se desarrolla en dos turnos, y cada paciente la lleva a cabo según su experiencia. Hoy, Andrea ha montado por primera vez acompañada en todo momento por una de las monitoras del centro, mientras que Pili se ha mostrado desenvuelta pero cauta en la silla. Otros, como Jon o Iñaki, han demostrado su veteranía realizando los ejercicios con soltura y trotando con seguridad por la pista. Tras el segundo turno, es el momento de desmontar, desensillar a los caballos y guiarlos de nuevo hacia las cuadras.
Cada sesión suma aprendizajes: miedos que se superan, dudas que desaparecen, gestos que ganan seguridad. Y aunque los caballos regresen a sus boxes y el grupo al hospital, lo vivido se integra en su día a día como una experiencia significativa, algo que les importa y les motiva, algo que les ayuda en su camino de rehabilitación.














