Salud mental

Impartimos formación sobre acompañamiento en patología dual a la Pastoral Penitenciaria

Un hombre hablando junto a una pantalla
El psicólogo Alfonso Sáez de Ibarra, durante su conferencia en la Asamblea Anual de la Pastoral Penitenciaria.

El pasado 14 de junio, la Diócesis de Gipuzkoa celebró la Asamblea anual de Pastoral Penitenciaria, con asistencia del presidente del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el sacerdote jesuita José Ignacio García Quintana, y 30 personas que ejercen labores como voluntarias en las prisiones de Martutene (Gipuzkoa) y Zaballa (Álava) y en la Unidad de Psiquiatría Legal (UPL) de Ospitalarioak Fundazioa Euskadi en Mondragón. La Asamblea, que se celebró en el Santuario de Aránzazu, sirvió para hacer balance de la labor de la Diócesis en el último año y para planificar el próximo ejercicio.

Por parte de nuestra institución asistieron el coordinador de Pastoral y Atención Espiritual y Religiosa, Egoitz Zabala, y el psicólogo especialista en psicología clínica Alfonso Sáez de Ibarra Olasolo, que impartió un seminario sobre «Acompañamiento a personas con patología dual en riesgo de exclusión».

Patología dual: enfermedad mental y adicciones

La patología dual es una condición en la que confluyen en una misma persona la enfermedad mental y una conducta adictiva, que en el caso de las personas recluidas suele ser adicción a sustancias. Recientemente, en una ponencia en la Jornada de Salud Mental Penitenciaria, el responsable de la UPL, el psiquiatra Iñaki Madariaga, cifraba en 59.000 las personas privadas de libertad en España con alguna patología mental, de las cuales alrededor de 4.000 sufren enfermedades psiquiátricas graves.

En 2022, según datos del Departamento de Salud del Gobierno Vasco recogidos en la Estrategia de Salud Mental 2023-2028, la Red de Salud Mental trataba en la comunidad autónoma a 795 personas con trastorno mental grave (TMG) y trastorno de uso de sustancias (TUS) —662 hombres y 133 mujeres, con edades medias de 50 años en el primer caso y 56 en el segundo—, aunque el documento, que advierte sobre la escasez de estudios al respecto, indica que «los datos probablemente sean superiores». La falta de estudios específicos recientes impide conocer a ciencia cierta cuál es la prevalencia de la patología dual en las prisiones vascas, pero teniendo en cuenta que la prevalencia de la enfermedad mental en las prisiones es muy superior a la existente en la población general (hasta 7 veces mayor, según la Organización Mundial de la Salud), no es aventurado suponer que la patología dual está muy presente en los centros penitenciarios de nuestra comunidad autónoma.

Para ayudar a las personas que desarrollan su labor voluntaria en el marco de la Pastoral Penitenciaria, el psicólogo Alfonso Sáez de Ibarra hizo un recorrido en el que partió explicando los conceptos de salud mental, trastorno mental grave, trastorno de uso de sustancias y patología dual, y abordó cómo se desarrolla la evolución de la persona desde su etapa infantil hacia su autonomía en la edad adulta, los conflictos que en esa evolución pueden aparecer, los aprendizajes que se desarrollan y cómo afecta todo ello a la maduración del pensamiento, de las emociones y del comportamiento.

Nuestro psicólogo detalló a las personas asistentes las características de las neurosis, la psicosis, la esquizofrenia, los trastornos de la personalidad o la psicopatía, deteniéndose posteriormente en el trastorno por uso de sustancias, entre las que citó el alcohol, los opioides, los cannabinoides, la cocaína, los sedantes, los estimulantes, los alucinógenos, el tabaco, los disolventes y otras sustancias psicotropas. Sáez de Ibarra explicó la teoría de la vulnerabilidad en la esquizofrenia, en la que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales, y estableció los pasos que una persona puede recorrer hasta llegar a una situación de desadaptación social que le conduzca a la exclusión o a una desadaptación legal en la que pueden confluir una percepción errónea del mundo y priorizaciones emocionales o racionales de objetivos propios que le lleven a la comisión de delitos.

Gestión de las emociones

Nuestro psicólogo advirtió a las personas voluntarias asistentes sobre algunos hechos que pueden afectarles en su labor pastoral en los centros penitenciarios, de los que deben ser conscientes y a los que deben prestar atención. Por ejemplo, les recordó que en el acompañamiento de personas con problemas se puede generar una transferencia muchas veces inconsciente, es decir, que la persona recluida puede proyectar en el acompañante sentimientos, deseos, actitudes o expectativas originalmente dirigidas a figuras significativas de su vida pasada o de su entorno exterior al centro penitenciario, aunque la persona que acompaña no haya hecho nada para provocar esa proyección. Ello puede generar emociones en la persona recluída que hay que gestionar correctamente, e incluso puede provocar también emociones en la persona que acompaña al recordarle episodios, personas o situaciones de su propia vida personal.

Alfonso Sáez de Ibarra les habló también de que, si bien no es posible desde su labor «curar» o «reeducar», puesto que con frecuencia estas personas sufren trastornos crónicos, ni pueden solucionarles la vida o sus problemas, sí pueden servirles como soporte en un proceso de recuperación del que estas personas se responsabilicen. El especialista les recomendó que también deben protegerse y cuidarse del riesgo de sobreimplicarse emocionalmente, aunque sí pueden reservarles una parte de su vida y hacer una reflexión para entender qué les motiva en su labor pastoral y qué buscan en su labor con estas personas, aceptando que puede que el resultado de su esfuerzo, en ocasiones, no sea el esperado.

La sesión finalizó con algunas recomendaciones más para las y los pastoralistas: dar apoyo emocional escuchando sin juzgar, aceptando el malestar de estas personas y tratando de aliviar su sufrimiento en el tiempo compartido; animarles a responsabilizarse de sus problemas para solucionarlos en vez de caer en el victimismo, estimulando su autonomía y ayudándoles a establecer objetivos; y satisfacer algunas de las necesidades de estas personas, como son el contacto social, el reconocimiento, la afirmación de su dignidad o el establecimiento de un vínculo.

Evaluación

Tras una pausa para el café, el voluntariado que asistió a la asamblea realizó una evaluación tanto personal como grupal. Finalizada la misma, el colectivo de la pastoral, a modo de agradecimiento, acudió a la Capilla de la Conversión, justo antes de acudir a la comida de hermandad.

Como en cualquier celebración, en está también, es muy importante el momento de compartir la mesa para el voluntariado; una oportunidad de confraternizar, de saludar a componentes del grupo de diversas zonas de Gipuzkoa, de charlar…

Antes del punto final, las personas que participaron en la jornada pudieron disfrutar de una visita a la Puerta Santa y a la Basílica guiados por el jesuita Koldo Cacho.

Un grupo de personas posa delante de una iglesia
El grupo de Pastoral Penitenciaria, en Aránzazu. (Foto: Diócesis de San Sebastián).

 

 


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